Edgar Gómez
Desde las cuatro de la mañana Don Fernando había salido de su casa, en el oriente de la ciudad de México. Esto era lo que diario hacía, levantarse, tomar una ducha con agua fría, revisar de manera rápida la lista de sus compras y de ahí partía a una velocidad moderada a la Central de Abasto en la delegación Iztapalapa del Distrito Federal.
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